Elizabeth Aylaward y sus compañeros han observado a un grupo de niños en edad escolar de los cuales 10 eran disléxicos y 11 no lo eran. Tras realizar repetidas imágenes de sus cerebros mientras leían han llegado a la conclusión de que las zonas que se ponen en funcionamiento son las mismas en unos y otros. La diferencia estriba fundamentalmente en que el funcionamiento del cerebro de los disléxicos es mucho más flojo y lento.
Tras las primeras mediciones se impartieron unas clases especiales a los pequeños que padecían la enfermedad y los sorprendentes resultados, que han sido publicados esta semana por el 'Journal of the American Academy of Neurology', se dejaron ver enseguida. En tan sólo tres semanas los niños disléxicos 'alcanzaron' a los que leían con facilidad. Esto da esperanzas a miles de personas que tienen problemas con la comunicación escrita.
La dislexia ha sido denominada la enfermedad de las mil caras porque además de tener un componente hereditario la mayoría de las veces es producto de la influencia del entorno del niño. La educación y atención que los padres y educadores les presten será determinante en su mejoría. Tres cuartas partes de las personas que han tenido un fracaso escolar encajan en los patrones de esta enfermedad, según datos de la Asociación para la dislexia. Muchos de los que la padecen no lo saben. Los padres pueden llegar a pensar que sus hijos tienen un retraso intelectual.
Los disléxicos construyen sus pensamientos a través de imágenes en lugar de utilizar palabras como la mayoría de la gente. El problema que se deriva de esto y que da lugar al fracaso escolar, es que el sistema educativo actual está organizado de manera principalmente escrita (exámenes, ejercicios...) por eso los niños se sienten incómodos y no son capaces de seguir a sus compañeros.
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